Responsabilidad social, no sólo empresarial
La Unión General de Trabajadores considera que es responsabilidad del conjunto de las Administraciones Públicas no sólo promover la iniciativa empresarial en este tipo de medidas, sino también ser ejemplo e introducirlas dentro de su gestión interna. Los agentes sociales, por nuestra parte, tenemos el compromiso de reivindicar el impulso de estas prácticas y divulgar sus beneficios, que alcanzan a empleados, empresarios y se extienden a toda la sociedad.
Cuando una empresa disfruta del reconocimiento social juega con ventaja ante sus competidores ya que, por una parte, tiende a fidelizar a sus trabajadores. Si bien, una buena remuneración es atractiva al principio, a largo plazo necesitamos la satisfacción ética y personal de encontrar sentido en lo que hacemos, un buen ambiente de trabajo y facilidades para conciliar nuestro trabajo con la vida personal y familiar. Por otra parte, sus clientes están satisfechos con el producto que compran, aunque cueste un poco más, pues además comparten la política de progreso social que hay detrás de la imagen o marca empresarial.
En la Federación de Servicios Públicos de UGT estamos convencidos de que una gestión ética y socialmente responsable, vista desde el plano de los Recursos Humanos, conlleva el equilibrio de mujeres y hombres en las distintas categorías de su plantilla, la contratación fija, la posibilidad de promocionar tanto fijos como temporales, y la de convertir contratos a tiempo parcial en tiempo completo; supone disponer de iguales posibilidades (entre hombres y mujeres, fijos y temporales) para acceder a la formación y a cualquier beneficio social de la empresa, el establecimiento de jornadas que faciliten la conciliación con la vida familiar y personal, y de acciones que promuevan la corresponsabilidad, la aplicación efectiva de todas y cada una de las medidas recogidas en la Ley de Igualdad y la mejora progresiva de estas medidas en lo posible.
Lo que resulta más importante y, paradójicamente, más ignorado es que es rentable para la empresa, pero no sólo porque mejora el clima laboral, también es rentable económicamente al redundar en una mayor adaptación e implicación en el trabajo y, por ende, elevar la productividad. La atención de las particularidades de cada empleado posibilita el desarrollo y aprovechamiento de todo su potencial y reducir sus ausencias. Atender la capacitación profesional de los empleados durante sus permisos o excedencias motiva y compromete el regreso a la misma empresa, evitando la pérdida de recursos humanos producida por la desvinculación que origina una ausencia laboral prolongada.