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Teletrabajo: una realidad con mucho camino que recorrer

Marga Verdú

 

Al observar las cifras del teletrabajo en nuestro país es evidente que queda mucho por recorrer en un proyecto que, sin embargo, ya está tomando forma.

 

El perfil sociológico del teletrabajador es el de un hombre (54 %) casado (80 %). Las razones que mueven a las empresas hacia el teletrabajo suelen ser por orden de importancia: evitar el cambio de empresa de empleados valiosos, y captar otros nuevos; razones ecológicas que inciden en la mejora del tráfico y de la contaminación; facilitar el equilibrio entre la familia y el trabajo; ahorrar en espacio gastos en las oficinas; y mejorar la productividad de los teletrabajadores respecto a los trabajadores de oficinas centrales. Tomando como referencia la definición clásica, un teletrabajador es un empleado -ocasional o fijo- que trabaja fuera de su lugar tradicional y que, utilizando tecnología telemática, realiza su labor empleando recursos humanos, materiales y de información, situados en la empresa y alejados del lugar donde se encuentra. El 75 % de los teletrabajadores tiene una profesión relacionada con la información y el conocimiento, en tanto que las tareas más idóneas para abordar desde el teletrabajo son las relacionadas con el tratamiento de datos, trabajos técnicos y de gestión.

Para implantar el teletrabajo en una empresa es necesario realizar un proyecto piloto en el que se habrán de implicar a diversos departamentos y tipos de trabajos para conseguir observar los puntos dónde el teletrabajo resulta adecuado. Otro punto crítico del teletrabajo se encuentra asociado con la tecnología. El objetivo aquí radica en que trabajar fuera de los locales de la empresa no represente un obstáculo. La tecnología existe pero es necesaria también una compra, diseño, implantación y utilización experta. Los costes más elevados del teletrabajo provienen de la adecuación del sistema instalado en la sede central y de las comunicaciones, y no tanto por el equipo que el teletrabajador posee. Aunque no existe unanimidad sobre quién ha de pagar los equipamientos del teletrabajador, lo más habitual es que la empresa asuma dichos gastos; en otros casos suele haber compensaciones. En general, el balance económico del teletrabajo resulta positivo para la empresa.

 

Ventajas e inconvenientes

Entre las ventajas que se derivan de la implementación del teletrabajo, en ciertas actividades económicas aparecen beneficios de carácter global, otras inciden en la mejora de los procesos de negocio de la empresa, y otro gran apartado de beneficios contribuye a aumentar las ventajas de cara al propio trabajador. Dentro de las ventajas globales, el teletrabajo presenta mejoras como la ecológica, incide en el ahorro de espacio en la oficina y otros gastos, la productividad también se ve incrementada; además, algunas empresas pueden evitar sobredimensionar la plantilla a través del uso de teletrabajadores ocasionales.

Asimismo, la tendencia a la baja en los precios de los equipamientos necesarios contribuye a un incremento del colectivo de teletrabajadores; no obstante, el coste de las comunicaciones se nivela y supera a medio plazo al de los equipos.


Los beneficios que plantea el teletrabajo para la empresa son variados, aunque no son iguales para todo tipo de compañías. Desde una perspectiva general, las principales radican en una reducción de los gastos y de las necesidades de espacio en la oficina, un incremento de la productividad de los teletrabajadores, y una aportación en la nueva cultura informática que se implanta en la empresa que tiende hacia la oficina sin papeles.

A la hora de abordar los desventajas del teletrabajo en cierta medida resulta difícil establecer los factores negativos de esta nueva forma de trabajar. No obstante, esta forma de empleo plantea ciertos inconvenientes, algunos de los cuales son inherentes al propio teletrabajo, en tanto que otros se derivan del abuso que realiza la empresa o el teletrabajador. Partiendo de una distinción entre los inconvenientes para la empresa, por un lado, y los del trabajador, por otro, el teletrabajo no plantea en principio desventajas de tipo social, aunque éstas podrían aparecer por la generalización de algún inconveniente. Más que inconvenientes sociales existen barreras sociales hacia el teletrabajo, ya que la sociedad tiene la sensación de que una persona que trabaja en casa no trabaja de verdad.


Centrándonos en las desventajas para la empresa, los principales inconvenientes para las compañías provienen de la pérdida de control y la pérdida de comunicación informal. La atmósfera de equipo también se pierde, ya que los teletrabajadores realizan sus tareas aislados físicamente en el esquema de trabajo en casa. La comunicación con los compañeros se establece a través del fax, el teléfono y, sobre todo, el correo electrónico.

Otros inconvenientes asociados al aislamiento del teletrabajador se relacionan con la pérdida del aprendizaje informal. La aparición de problemas técnicos de equipos alejados del control de las empresas o de los centros de soporte; la pérdida de seguridad en la información cuando el teletrabajador necesita acceder a información sensible de la compañía; y las distracciones del teletrabajador frente a otras obligaciones.

 

La experiencia española

En un contexto global, la mayoría de las estadísticas muestran un aumento constante e imparable del desarrollo del teletrabajo desde el año 1990. Los datos que ofrece el Departamento de Transportes de Estados Unidos estiman el número de teletrabajadores americanos entre 3,1 y 6,2 %. Las estadísticas europeas muestran también un aumento en el número de teletrabajadores en toda la CEE, en tanto que Gran Bretaña se encuentra a la cabeza en este desarrollo, seguida por un notable aumento detectado en Alemania y Francia. El teletrabajo en España se desarrolla lentamente desde 1994. Durante este periodo, la mayoría de los organismos públicos han basado sus conocimientos en las iniciativas extranjeras como el programa SATAR. Desde 1994, las grandes multinacionales afincadas en nuestro país han sido la fuerza impulsora para el desarrollo del teletrabajo. Aunque España no cuenta con el mismo nivel de implementación que otros países como EE.UU. o Gran Bretaña, se está comenzando a detectar un número importante de experiencias. Tras cotejar la gran variedad de informaciones provenientes de estas variadas experiencias, a finales de 1997 se pudieron catalogar un total de 1.703 teletrabajadores. Hoy se habla de cerca del medio millón.

En un primer análisis de los modos de teletrabajo desarrollados hasta el momento, aparecen las primeras categorías: teletrabajo rural; teletrabajo desde casa; teletrabajo desde casa con oficina móvil; oficina móvil, y teletrabajo desde telecentros. La más común de todas ellas es la desarrollada desde los Telecentros (34,5 % del total), seguida de la Oficina Móvil (25,5 %) y el teletrabajo desde casa (14,5 %). Tras los resultados obtenidos en las primeras experiencias, las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento demuestran que el teletrabajo es la forma desarrollo profesional más viable para que las empresas y organizaciones mejoren su competitividad y rendimiento. Los directivos de administración y empresas, técnicos, profesionales, científicos e intelectuales, y los empleados administrativos forman los colectivos con más posibilidades de implantación del teletrabajo; sin embargo, todos los indicios apuntan a que todavía falta mucho camino que recorrer para que el teletrabajo sea una realidad en España. Los expertos señalan que si se impulsara esta nueva forma de trabajar se podría reciclar el colectivo de personas demasiado mayores para encontrar trabajo y, además, se descentralizaría el trabajo de las grandes.

 

Marga Verdú