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Las verdades del trabajo temporal
A poco de cumplirse ocho años desde la legalización del trabajo temporal, parece que el sector ha obtenido su madurez como actividad empresarial y finalmente, hasta sus detractores asumen que la temporalidad y precariedad, están provocadas por economías competitivas y lanzadas a los dividendos rápidos.
Desde su normalización legal en el año 94, el trabajo temporal ha sido el auténtico pulmón que ha facilitado el aire necesario a algunas empresas que tenían que reforzar sus plantillas con mano de obra bien seleccionada y dotada de cierta especialización, aunque de forma flexible, contribuyendo a sus planes de crecimiento y en ciertos casos, de supervivencia económica.
Cuando las empresas han optado por fortalecer sus recursos humanos, acunar su capital intelectual y esgrimir el talento de sus profesionales para utilizarlo como mejor valor diferencial frente a sus competidores, el trabajo temporal se convierte en el elemento seguro y decisivo, que permite navegar con éxito ante las fluctuaciones productivas a que son sometidas por la inestabilidad de la economía.
Además, la mediación privada de la temporalidad ha facilitado la creación de empleo para colectivos difíciles como los aspirantes a primer empleo, que por este camino han podido estrenarse en el mundo del trabajo y de su futura profesión con igual salario que un veterano, y también para el colectivo de mujeres y personas que comparten estudios o familia con trabajo, demostrando que el resultado de una buena tarea no está ligado al sexo, sino al conocimiento y la actitud de quien lo realiza.
El trabajo temporal, si está ejercido desde la profesionalidad con procesos de selección eficientes, con formación complementaria especialmente en riesgos laborales, significa sin duda la mejor opción para abordar un futuro en el que cada trabajador pueda encontrar y desarrollarse en aquellas tareas que a la vez repercutan a mejorar de alguna forma nuestra sociedad. Mª Ángeles Tejada Consejera
Delegada de Select |