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Nueva Economía, Globalización,
Innovación, Gestión del Conocimiento... son conceptos que se han incorporado
recientemente a las Teorías del Management y a la Economía. En realidad
lo que subyace detrás de estos términos es la búsqueda constante de soluciones
para la Gestión de las Organizaciones, orientada a la creación de valor
y a la competitividad sostenida en un entorno en constante cambio. Nos dirigimos hacia un nuevo modelo
económico basado en el conocimiento en el que éste tiene un claro valor
diferenciador aportando ventajas competitivas gracias a su gestión. La Gestión del Conocimiento es
un objetivo estratégico global para PwC que quiere crear sinergias entre
las distintas líneas de negocio, sectores y territorios, promoviendo un
entorno de colaboración y de aprendizaje, en el que las personas que forman
parte de nuestra organización se sientan motivadas a compartir su información
y su experiencia. La Gestión del Conocimiento nos hace diferentes, contribuye a que
seamos una organización líder e innovadora y nos permite proveer de soluciones
de negocio de alto valor a nuestros clientes. PricewaterhouseCoopers es líder en Gestión del Conocimiento y, desde su propia experiencia, quiere participar con otras organizaciones en la implantación de Programas de Gestión del Conocimiento y en su divulgación científica como disciplina del saber. Para
los países en la vanguardia de la economía mundial, el equilibrio entre
conocimiento y recursos ha cambiado hasta tal punto que el conocimiento
se ha transformado en el factor determinante de los niveles de vida -
más que la tierra, las máquinas o el trabajo -. Las actuales economías
desarrollas, muy avanzadas tecnológicamente, están realmente basadas en
el conocimiento. (World Development Report, 1999) Según la teoría económica,
los dos principales factores productivos son el capital y el trabajo.
Sin embargo, desde hace algunos años se empieza a reconocer un tercer
factor de producción -el conocimiento- como generador de riqueza en las
economías. Como elemento exógeno al proceso productivo, el conocimiento
ha estado siempre presente y ha posibilitado el desarrollo económico.
No obstante, existen dos hechos que pueden explicar la importancia adquirida
por el conocimiento en los últimos años. Por un lado, las nuevas técnicas
de medición están permitiendo una mejor visión del conocimiento y, por
otro, el desarrollo de las tecnologías de la información y del conocimiento,
su difusión y su distribución a través de todos los sujetos que configuran
la economía. En definitiva, las
actuales economías -y con ellas todos los agentes económicos- se encuentran
inmersas en un proceso de transformación que significa el paso de una
economía industrial a una basada en el conocimiento. En este nuevo contexto,
se hace evidente que gestionar bien los procesos que incentiven la creación,
uso y difusión del conocimiento se convierte en tarea primordial para
cualquier economía y empresa inmersa en un mundo en constante modificación.
Surge así el concepto de la Gestión del Conocimiento entendida como "el
proceso que continuamente asegura el desarrollo y aplicación de todo tipo
de conocimientos pertinentes en una empresa, con objeto de mejorar su
capacidad de resolución de problemas y así contribuir a la sostenibilidad
de sus ventajas competitivas"(Andreu, R. y Sieber, S., 1999) o, en
otras palabras, "como el arte de transformar la información y los
activos intangibles en un valor constante para nuestros clientes y para
nuestro personal" (PwC). La Gestión del Conocimiento
conlleva necesariamente un cambio de cultura, tanto en el propio seno
de las organizaciones y de las personas, como de las propias estructuras
del sistema económico y de mercado. Afrontar este cambio adecuadamente
exige innovación, aprendizaje y adaptación a nuevos mercados
(e-business). Consolidar a la empresa
en un proceso de innovación constante en su estructura organizativa,
funcional y de procesos supone dotar a la empresa del elemento fundamental
para consolidar la cultura del cambio. La transformación
en la empresa no sería completa sin que uno de sus principales activos
-las personas- asimilara el cambio exigido. El capital humano,
con su capacidad de aprendizaje y de desarrollo de nuevos conocimientos,
se convierte en uno de los valores diferenciadores dentro de las empresas.
Por último, la orientación de las empresas y personas hacia el conocimiento
permite que nuevas formas de negocios, como el e-business, sean fácilmente
asimilados por unas organizaciones vivas y flexibles. ¿CAMBIO DE PARADIGMA? El conocimiento,
tanto en su categoría de input como de output, está jugando un papel decisivo
en todo proceso de crecimiento económico: la inversión en intangibles
está creciendo mucho más rápidamente que la inversión física; las firmas
con más conocimiento presentan mayores ventajas competitivas y las personas
con más formación obtienen, en general, mejores remuneraciones. En consecuencia,
todo hace pensar que los actuales cambios no se reducen a un ámbito parcial
de la economía o a un sujeto económico en particular, sino que es una
transformación global que afecta tanto a las pautas por las que se rigen
las modernas economías en su conjunto, como a las transformaciones en
el seno de las empresas y de la sociedad. De la economía
fordista... a
la economía basada en el conocimiento Hablar de economía
basada en el conocimiento implica necesariamente partir del anterior
paradigma económico. Desde principios del siglo XX, la economía es conocida
como economía fordista, cuyo nombre, deriva de los métodos de producción
utilizados por la fábrica de coches Ford en los Estados Unidos. Este modelo
económico se caracterizaba por el aprovechamiento de la producción en
masa, las ventajas de las economías de escala como motor de producción
y la especialización de las tareas productivas. En este contexto, cualquier
inversión realizada tenía como objetivo mejorar el capital fijo en la
empresa -principal recurso-, lo que exigía una cierta rigidez del proceso
productivo en un mercado estandarizado. No obstante, desde
hace algunos años el uso de las tecnologías de información y de la comunicación
está provocando una transfiguración de los paradigmas en los que se asientan
las economías modernas. Las denominaciones aparecidas para designar los
actuales cambios son muy diversas y variadas. Algunos usan el término
'economías post-industriales' para subrayar la discontinuidad con
la anterior economía industrial. Otros utilizan la
expresión 'economía post-fordista' para evidenciar el fin del paradigma
organizativo basado en la especialización y en la parcelación de los procesos
productivos. La expresión adoptada
en el contexto de este trabajo será 'economía basada en el conocimiento'.
No sólo se pretende constatar que en la distribución del valor añadido
y de la ocupación por sectores, aquellos que poseen un fuerte contenido
informativo tienen un mayor peso. Lo que se intenta subrayar, además,
es la amplitud del cambio en el conjunto del sistema productivo y en la
economía. Si en la economía
agrícola el recurso central era la tierra y en la industrial era la máquina
-el capital físico-, en la nueva economía, que se está configurando, el
conocimiento - y su distribución entre las distintas unidades que componen
el sistema económico - es el elemento clave para la creación de riqueza. De esta manera, es
posible definir una 'economía basada en el conocimiento' como aquella
economía basada en la producción, distribución y uso del conocimiento
y de la información. La importancia de
la creación de conocimiento y de actividades innovadoras, como principales
motores de crecimiento económico, no es una teoría aparecida recientemente.
De hecho, desde los economistas clásicos hasta economistas como Schumpeter
han dado siempre una gran importancia a la innovación y a la acumulación
de conocimiento para el crecimiento económico a largo plazo. Sin embargo, el reciente
protagonismo dado al conocimiento viene explicado por dos factores: La evolución
en el desarrollo de indicadores y métodos de medición ha contribuido a
considerar al conocimiento como un nuevo input inherente al proceso productivo.
El conocimiento, como cualquier otro factor de producción, puede ser producido
y utilizado en la creación de otros bienes, e incluso en su propia producción. La aparición
y desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación
(TIC) ha contribuido a una mayor facilidad en el uso y la creación de
conocimiento. La justificación estadística
de este proceso la lleva a cabo la OCDE cuando indica que los sectores
de servicios intensivos en conocimiento tales como educación, comunicación
e información están creciendo muy rápidamente, estimándose que más del
50% del PIB de las principales economías de la OCDE están basadas en el
conocimiento. El paso de una economía industrial a otra basada en el conocimiento
implica, necesariamente, importantes consecuencias para las organizaciones
empresariales. Cada periodo de desarrollo económico se corresponde con
una tipología de empresa concreta que responde al entorno macroeconómico
en que se desarrolla. Si en el planteamiento
del modelo económico se ha hablado de economía fordista, necesariamente
dicho modelo tiene su correspondencia en la configuración de la empresa.
De esta manera, es posible hablar de 'empresa fordista'. Las 'empresas
fordistas' se caracterizan por una organización de la producción por
línea de montaje en la cual las tareas se hallan divididas rígidamente.
Luego el modelo fordista se basa en la generación de economías de escala
y en la producción masiva. Sin embargo, el anterior
modelo de empresa se encuentra en crisis por no dar respuesta al actual entorno económico: incremento
de la competencia, mayor influencia de los clientes, ciclos de vida de
los productos más cortos y cambios tecnológicos continuos y acelerados. La respuesta a este
nuevo entorno supone la transfiguración de las empresas en empresas
basadas en el conocimiento. Debido a la novedad del concepto no existe
una definición clara y homogénea con características particulares y precisas.
A pesar de ello es posible realizar una aproximación a sus características
a partir de determinados rasgos diferenciadores, entre los que podemos
destacar: Tendencia
a aumentar el contenido de información en los productos. Mayor capacidad
para introducir rápidamente cambios en el diseño de productos y procesos. Flexibilidad
como práctica habitual en los procesos productivos. Especialización
de los equipos permitiendo modificaciones más rápidas en los planes de
producción, altísimos niveles de eficiencia en la fabricación de productos
distintos, diversos modelos y volúmenes variables. Mayor dinamismo
tecnológico gracias al cual el diseño puede integrarse al proceso productivo. Nuevos esquemas
organizativos. La nueva organización tiende a una red integrada de los
procesos con marcada énfasis en las conexiones y en los sistemas de interacción. Nuevo planteamiento
en la gestión de los Recursos Humanos. En definitiva, cambios
en la estructura organizativa de la empresa, en la estructura funcional
y en la estructura de los procesos. En la actualidad
coexisten ambos modelos de empresas sin una clara línea diferenciadora.
Las empresas 'tradicionales' se están transformando para dar respuesta
a los actuales cambios económicos y las 'nuevas' empresas poseen, a pesar
de todo, reminiscencias del modelo anterior. Por consiguiente, es posible afirmar que las empresas, los sujetos económicos y la economía en su conjunto se enfrentan a una transformación global de sus planteamientos, consecuencia del desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación. Estos avances han contribuido a que el conocimiento sea considerado como un nuevo recurso, generador de importantes ventajas competitivas.
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