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La comunicación en la empresa como función estratégica
El contexto en que se desenvuelven las empresas sin duda ha cambiado. La globalización plantea escenarios distintos a los acostumbrados, entornos poco estables en los que la empresa está hoy, más que antes, afectada por sucesos que se producen en lugares muy alejados del planeta.
En
este nuevo contexto, la comunicación adquiere un rol fundamental como
correa de transmisión de la organización para su funcionamiento operativo,
y subraya su importancia como elemento constructor de la identidad y la
cultura. La identidad de la empresa, su personalidad, es su activo más
preciado porque es el único elemento que le permite diferenciarse de la
competencia. Lo
que una empresa comunica no es nada más ni nada menos que lo que la empresa
es, las competencias que la hacen fuerte y digna de reconocimiento.
La
comunicación es una función estratégica y apoya estructuralmente el proyecto
empresarial, en tanto se convierte en un instrumento para la calidad.
Esto
se logrará si los mensajes fluyen adecuadamente y si la arquitectura de
la organización está acorde para lograr una comunicación que esté integrada
con sus objetivos.
Desarrollar canales para una buena comunicación repercutirá sobre la percepción que el entorno tiene de la empresa. Las
empresas con mejores estándares de servicio le otorgan a la comunicación
una importancia estratégica. Se comunican internamente para motivar a
sus empleados y mantenerlos al tanto de los éxitos y fracasos de la organización
y asegurar que las metas y objetivos son bien comprendidos por todos.
Las
comunicaciones internas colaboran a crear compromiso de parte de sus integrantes
y la cohesión de los valores que forman parte de la cultura. Se
trata de poner a disposición de los empleados aquella información que
puede ser de utilidad para su gestión y favorecer la participación.
Las
comunicaciones externas tienen como objetivo que los clientes y el entorno
comprendan lo que la compañía ofrece: generar credibilidad, estar por
delante de las expectativas de los clientes e integrar las sugerencias
e ideas de los mismos en la oferta de servicio de su organización. De
esta manera, los clientes satisfechos se convierten en clientes comprometidos,
y a la gente comprometida le encanta hablar de sus compromisos.
Para
que esté organizada, la comunicación en la empresa debe ser abierta, para
comunicar con el exterior (medio); tener una finalidad, es decir, debe
estar vinculada a objetivos y a un plan de conjunto; debe ser multidireccional,
es decir, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, transversal, interna-externa,
etc.; debe estar instrumentada y valerse de herramientas, soportes, dispositivos
e indicadores seleccionados en función de los objetivos; debe estar adaptada
integrando sistemas de información administrables y adaptados a las necesidades
específicas de cada sector.
Un
buen plan de comunicación, debe plantearse, al inicio, los siguientes
objetivos:
El
plan, una vez diseñado, involucra la utilización de distintas herramientas
para su puesta en marcha, que serán elegidas de acuerdo a los objetivos
planteados previamente.
Las
comunicaciones deben ocupar un rol destacado en el desarrollo de la organización,
deben ser la herramienta mediante la cual la empresa expresa su personalidad,
sus fortalezas, aquello que la hacen única e irrepetible.
El desafío de las empresas modernas es comprender que la inversión en un intangible como son las comunicaciones devuelve beneficios que si bien no pueden medirse en parámetros contables, ayudan a construir las percepciones que los distintos públicos (tanto internos como externos) tienen de sus acciones y a transmitir los valores que constituyen su médula espinal.
Maria Alejandra di Fonzo |