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La aventura de los recursos humanos

Miquel Bonet

 

La reinvicación de un trabajo fijo o cuanto menos estable es justa y congruente con el derecho al trabajo proclamado en nuestra Constitución, el único inconveniente es que los propósitos y la voluntad política no siempre se corresponden con lo que piensa el ciudadano de a pié y en este tablero de ajedrez que representa la economía global, sólo somos una pieza más, defendiendo nuestra supervivencia e intentando mejorar la posición para llegar al final de la partida.

 

Vivimos ciertamente en un momento coyuntural, en el que la tecnología envejece por minutos, en donde las palabras corren más despacio que internet y en donde las personas estamos subordinados a la magia de la comunicación, todo discurre con urgencia para evitarnos el derecho de pensar e incluso otros sueñan por nosotros y nos venden las cosas inimaginables antes de que las deseemos, sin tiempo para conocerlas demasiado por temor a que se hagan obsoletas sólo con tocarlas.

 

Ningún empresario cuerdo sería capaz de empeñar su plan de fabricación a corto plazo, a no ser que tenga vendida su producción, pues este monstruo voraz denominado mercado que no tiene fin ni principios, devorará e incluso eliminará cualquier supuesto derecho adquirido si no es competitivo, está distribuido adecuadamente y cumple las expectativas de un público consumidor.

 

Estamos demasiado vapuleados por el zapping mental y nos hemos convertido en desleales, caprichosos y volubles ante la saturación de ofertas universales.

 

Todos deseamos comprar barato en el momento en que nos venga en gana, elegir y cambiar constantemente y si es posible con el menor esfuerzo.

 

Esta transformación de la economía de mercado ha creado nuevos conceptos en el mundo productivo y laboral como la temporalidad, la polivalencia, la competitividad. Todas se traducen bajo el denominador común de FLEXIBILIDAD. Hay que ser flexible para vender, para atender a cada cliente de forma personalizada, para comprometer a nuestros colaboradores, para sobrevivir, y para ello, el empresario debe preparase, adecuando su propia tecnología, acudiendo a nuevos mercados, formando a sus equipos y utilizando herramientas de gestión de sus recursos mucho más ágiles sin que supongan un mayor coste productivo.

 

En este estado de cosas, el trabajo temporal está representando en la mayoría de países más industrializados del mundo un nueva fuerza de trabajo capaz de complementar la plantilla propia y que mediante un sistema de contratación, normalmente limitado y a plazo cierto, es capaz de poder armonizar los planes de fabricación con el volumen de pedidos externo, lo que equivale a la amortización al menos parcial de un coste fijo para convertirlo en variable.

 

En realidad nada se inventa con la aplicación de este sistema que se deviene de la interpretación de una filosofía del siglo V a. c., de nuestro maestro Hipócrates Similia Similibus Curentur (los parecidos se curan con los parecidos), por tanto se adaptan las condiciones coyunturales existentes en la economía de mercado, creando una fórmula de trabajo equivalente congruente en el plano laboral, pero con el Trabajo Temporal se suman además diversos valores añadidos para el empresario y muy especialmente para el trabajador.

 

Para un empresario representa una opción de contar y poder dirigir a un grupo de trabajadores ajemos a su plantilla y por tanto sin vinculación laboral directa que han sido previamente bien seleccionados por una empresa profesionalizada en este caso la ETT, quien a su vez les ha proporcionado una formación complementaria y de los que podrá disponer en tanto dure su eventualidad, pudiendo si lo desea y una vez ensayado el trabajador en un posible puesto de trabajo contratarlo directamente.

 

Lógicamente por este servicio abonará una cantidad cierta y concreta aplicada sobre un factor de hora trabajada y que incluye todos los costes inherentes al trabajador/a, incluidos los honorarios profesionales.

 

Además para una gran parte de trabajadores, la modalidad del trabajo temporal es una fórmula de conocer y adquirir experiencia en el mundo laboral, un medio para complementar su formación, la obtención de ingresos y para colectivos de difícil inserción como amas de casas, mayores de 50 años una forma de seguir trabajando, todo ello percibiendo un salario equivalente al mismo puesto en la empresa usuaria.

 

Siguiendo la teoría del famoso trébol de Handy que dividía las fuerzas de producción entre las correspondientes a la plantilla estructural de la empresa, o sea los colaboradores básicos para organizar la actividad de la empresa, otra hoja representada por aquellos trabajadores necesarios en circunstancias coyunturales, como puntas de trabajo, acumulación de pedidos etc y por último, la posibilidad de trasladar fuera de la empresa actividades no vinculadas propiamente al conocimiento del negocio, o bien lo que denominamos como las subcontratas.

 

Pues bien, la peculiaridad de éste último colectivo de trabajadores está no sólo en su independencia de la empresa principal, a pesar de que en ocasiones realice su trabajo en dependencias propias de la empresa contratante, sino en que la dirección de estos trabajadores no puede ser realizada jamás por la empresa usuaria, ya que no se trata de una cesión de trabajadores ni de facultades directivas, como el caso de la ETT, por tanto la conveniencia en la elección de una u otra fórmula dependerá para el empresario del resultado final.

 

Por tanto, el empresario optará por la externalización de aquellos servicios que aún siendo vinculantes e incluso necesarios a su actividad, no le implican mantener determinado espacio, instalaciones, ni medios de control y además pueda asegurarse que el resultado final es congruente con sus especificaciones de calidad e incluso de su propio concepto empresarial. Esta fórmula denominada "outsourcing" es común en la actualidad para determinados servicios como centrales de compras, de distribución, de comunicación relacionadas con la telemática, sin que ni siquiera la distancia geográfica intercontinental sea un obstáculo. Un país europeo poderoso tiene subcontratados parte de sus servicios de administración pública a un centro informático en la India.

 

Sin embargo es más corriente la externalización en las grandes empresas industriales, en los sectores del automóvil, electrodomésticos y muy especialmente la construcción; pocas veces tiene algo que ver quien la vende con las múltiples empresas que construyen, pintan o instalan.

 

Supongo, que ya sea por la vía del trabajo temporal o por la externalización de los servicios, cualquier fórmula será válida según las necesidades de cada empresa y de su mercado respectivo, pero quizás el gran protagonista de este milenio sea el cambio de visión sobre los recursos humanos. Cuando hace pocos años se estrenó esta figura trascendiendo la antigua función del "jefe de personal" se daría sin duda un paso adelante en la resituación del factor humano de cada empresa, como base de su conocimiento y como valor diferencial frente a sus competidores. Ello ha provocado la difusión de una dinámica, siempre positiva y promocionada desde el campo de la universidad hasta la formación continuada, para intentar por una parte reposicionar al trabajador en el puesto de trabajo más adecuado, en relación con su conocimientos y actitud, con protagonismo de aquellas "otras" habilidades personales ajenas a su propia inteligencia y que nos redescubren Goleman y Weisinguer como la inteligencia emocional, a fin de obtener una mayor implicación del trabajador con la empresa y consigo mismo.

 

La exigencia en el mundo laboral de este nuevo milenio pasa por satisfacer la necesidad de la empresa que estando inmersa en una globalización económica, necesita corresponder a nuevas necesidades de sus clientes, aunque sean muy efímeros en su fidelización, contando con medios humanos muy polivalentes y abierto a nuevas posibilidades con la exigencia de un compromiso de lealtad si es posible indefinido, aunque paradójicamente sólo se garantice el trabajo del día a día y con el riesgo de competir con un posible colega mejor formado, más comprometido y en definitiva más empleable.

 

Por tanto, finalmente habrá que creerse este tópico que más o menos decía que el futuro es lo que está ocurriendo ahora mismo.

 

Miquel Bonet

Abogado consejero de Select